El correo de la esperanza, una sonrisa en Navidad

En el edificio Cerros De Sotomayor de la ciudad de Bucaramanga, en medio del bullicio de la ciudad, reside un grupo especial de pequeños y adolescentes con corazones llenos de bondad y generosidad.

Estos niños, que viven sus días entre risas y juegos en los pasillos, se han convertido en embajadores de la esperanza en esta temporada navideña.

Este año, en lugar de solo escribir en una lista los regalos que quieren para Navidad, decidieron compartir algo aún más valioso, escribieron cartas con amor para quienes más necesitan de esperanza y alegría en sus vidas.

Con lápices de colores, crayolas y blancas hojas de papel, plasmaron sus sentimientos más sinceros para los niños que pasan sus días en las unidades de oncología.

En estas cartas, expresaron sus más profundos deseos en palabras llenas de inocencia y nobleza, anhelaban que la salud se convirtiera en el mejor regalo, que cada sonrisa iluminara las habitaciones y que la calidez de la familia fuera el abrazo reconfortante en momentos difíciles.

Con una sinceridad conmovedora, destacaron la valentía de estos pequeños luchadores, recordándoles lo increíbles que son y animándolos a continuar con determinación y fe en su corazón.

“Eres más fuerte de lo que crees”, “somos poderosas” “ten fe”, fueron algunas de las palabras llenas de aliento que escribieron con dedicación y ternura.

Estos mensajes no solo llevaban palabras, sino también la esencia pura de la Navidad: amor, solidaridad y esperanza. Los niños del edificio Cerros de Sotomayor comprendieron la verdadera magia de esta temporada, la magia de dar sin esperar nada a cambio, de compartir luz en tiempos oscuros y de sembrar sonrisas en corazones que necesitan alegría.

En medio de luces parpadeantes y villancicos festivos, estos pequeños vecinos nos recuerdan el verdadero significado de la Navidad.

Nos enseñan que la magia no reside solo en los regalos bajo el árbol, sino en los actos de bondad y compasión hacia los demás.

En estas maravillosas cartas, los niños del edificio han tejido un puente invisible pero poderoso de fe y esperanza, conectando sus corazones con aquellos que enfrentan desafíos difíciles.

Y a través de sus mensajes llenos de luz, han convertido la Navidad en una época aún más especial, recordándonos que la verdadera belleza está en dar y compartir con amor desinteresado.

Que estas cartas, llenas de buenos deseos y amor puro, iluminen el camino de aquellos que las reciben, llevándoles la fuerza para seguir adelante con esperanza, fe y la certeza de que no están solos en su camino.

Que, en esta Navidad, la magia de la solidaridad y la compasión nos inspire a todos a ser un poco más como estos niños: llenos de amor y dispuestos a compartir esperanza en cada rincón donde se necesite.

Hoy me quedo con la sonrisa en sus rostros al escucharme decir “TENGO UNA CARTA PARA TI”

Bendiciones y feliz Navidad….

Nury Esperanza Villalba Suárez.