ManifestARTE

Edimer Felipe Graciano


El 28 de abril de 2021 se convocó en Colombia una jornada de protestas que, sin que sus propios promotores lo planearan, se convertiría en la más grande movilización de la historia reciente del país. 

Inicialmente los protestantes exigían el retiro de una impertinente reforma tributaria en plena pandemia COVID19 que cargaba a las clases media y baja con la responsabilidad de llenar un vacío fiscal que, hoy por hoy, se sabe que venía acumulándose durante los últimos gobiernos. Ante la respuesta desmedida de las autoridades y la negativa de dar marcha atrás, aún más ciudadanos cansados por ésta y otras problemáticas ignoradas por el Estado se sumaron a los llamados que durante aproximadamente 2 semanas han mantenido al país en vilo, incluso al punto de vivir noches enteras de terror en algunas regiones del país como muestra de genuino descontento con las políticas del gobierno nacional de turno.

A estas  manifestaciones se han venido sumando diferentes gremios, como la Rama Judicial, transportadores, taxistas, el sector educativo, la Minga Indígena, organizaciones sociales, jóvenes y personas del común que se identifican con esta gran causa ocasionando un estallido social aún más grande que el de noviembre de 2019. Toda esta agitación, aprovechada y manipulada por todos los bandos, ha generado que el mayor interés mediático de estas 2 últimas semanas de movilizaciones se haya centrado en la derivación violenta, caótica y mortal de la protesta con más de 40 muertos y choques fuertes entre los diferentes actores: fuerzas represivas gubernamentales, protestantes civiles y, muy a mi pesar, organizaciones criminales al servicio de las élites o grupos narcoparamilitares. Todos ellos, en mayor o menor medida, fueron aprovechadas por medios de comunicación sin dirección ética que alimentaron la rabia y el descontento de todos los actores, directos e indirectos, con el único fin de inclinar la balanza en favor de sus intereses.

Por todo esto y más, pienso que reducir el paro solo a su cara violenta, es mirar el punto negro en la pared blanca. En un mundo de expresiones y actores que se manifiestan de muchas maneras, hay que resaltar que durante las jornadas de protesta ha sido predominante el uso del arte y mostrar la exquisita variedad de formas creativas de hacer uso legítimo de este derecho. Porque si algo hemos visto son las innumerables formas de expresar el descontento con las irresponsables decisiones estatales que tienen nuestros artistas que con alegría, creatividad y jolgorio han convertido al arte en protagonista de la transformación que ahora se abre para Colombia.

El arte siempre ha sido elemento de encuentro y resistencia en la humanidad. En Colombia, país con una enorme diversidad cultural, muchas manifestaciones artísticas han sido empleadas como expresión pacífica de rechazo, burla e intimidación ante el adversario. Expresiones como  la danza de las Farotas de Talaigua Nuevo (Bolívar), pasando por el Son de Negros Cimarrones de Mahates (Bolívar), hasta el performance en la comuna 13, y bailes de ritmos urbanos en las comunas perifericas de la ciudad como en la Comuna 1; expresiones desde carteles que recurren a los memes de moda, las frases de personajes de la vida pública, o a los sarcasmos; y muestras de arte como graffiti en paredes y calles, artes circenses en las calles y puentes; música de orquesta en Bogotá (Plaza de Bolívar – Parque Nacional – Park Way)  y Medellín (Parque de los Deseos); la danza: salsa en Medellín y Cali, cumbia en Barranquilla, Joropo en Villavicencio, Vogue en Bogotá y Medellín, Cumbia y Mapalé en Cartagena, Hip Hop y porrimos en Cali, Danza moderna en Bogotá y Medellín; y danza aerea en muchos de los puentes de las ciudades del país donde se desarrollan las protestas; entre muchas otras manifestaciones del arte.

El arte permite expresar y canalizar emociones como la rabia y el dolor, que de no ser canalizadas pueden derivar en violencia. También permite condensar la alegría por la unión en la causa, muestras artísticas que atraen públicos, que contagian ese motivo que lleva a manifestar y hasta explicar las razones que muchos quizá no entienden. Este artículo invita a que sigamos luchando por nuestras causas con herramientas de transformación social, que eviten el odio, el rencor y que por el contrario llame y convoque a la unión y la construcción de ese país que soñamos y merecemos. Es el arte uno de los llamados a transformar territorios, a formar personas sensibles con los demás, a robarle jóvenes a la delincuencia, pues muchos hemos pasado por las tablas de alguna manera y nos han llenado de integridad que hoy en día espero se convierta en otra forma de enfrentar esa indolencia que tanto abunda en nuestro país y mostrar que hay otros mundos posibles desde el arte.

Edimer Felipe Graciano