Que el consumo de dulces en los niños no sea una pesadilla

Llega Halloween y el consumo de dulces aumenta en nuestro país y en el mundo. Diferentes investigaciones han demostrado que los dulces refinados y el consumo excesivo de estos tiene efectos negativos sobre el cerebro de quienes los consumen, su salud oral y su metabolismo.

“Esta época del año pone a prueba los hábitos saludables que hemos compartido con los niños, ya que se asocia con el consumo de dulces, por esta razón es importante hablar con los menores sobre los límites a la hora de consumirlos, sin que esto sea percibido como una prohibición”, comenta Luz Helena Buitrago León, directora de la especialización en Psicología Clínica y Desarrollo Infantil de la Universidad El Bosque.

¿Cómo regular el consumo de dulces en los niños?

Desde la especialización en Psicología Clínica y Desarrollo Infantil de la Universidad El Bosque, comparten algunas estrategias para negociar con los niños el consumo de golosinas:

Si ya hay hábitos de consumo limitado de dulces, recuerde a su hijo las dificultades a las que se expone si tiene un consumo excesivo de estos.

Recuerde que los padres son quienes controlan los recursos alimenticios del hogar, por tanto, son los que deciden que quieren que vean sus hijos al abrir las alacenas o los espacios donde se almacena la comida. Son los adultos quienes deciden qué alimentos quedan a la vista para que se conviertan en primera opción de elección de los hijos.

En esta época, deje a la vista alimentos ricos en fibra, proteína y verdura de manera tal que el consumo de dulces no esté disponible en casa y sea más esporádico en otros espacios.

Busque espacios para compartir y reflexionar el significado de Halloween, asociándolo a diferentes formas de expresión cultural que no sean los dulces, quizás una salida en familia, y así cambiar de manera paulatina los incentivos para los niños, por ejemplo, por un cuento, un juego de mesa, algo que también pueda ser llamativo para el menor y con beneficios adecuados para su desarrollo.

Sea un buen ejemplo y modelo en hábitos saludables de alimentación con respecto a los dulces, evite promocionar el consumo excesivo de estos.

Si hay consumo de dulces recuérdele a su hijo las recomendaciones de los odontólogos, cepillarse los dientes mínimo tres veces al día, para disminuir el riesgo de caries.

Negocie en los momentos de compras o fiestas el mínimo de consumo de azúcares. Comer una tajada delgada de ponqué y no obligarle a consumir una grande. Puedo elegir entre el helado y la torta. Puedo llevarme la torta para otro momento y sólo aquí como el helado.

Acuerde con los niños el consumo de azúcar diario y planee cómo consumirlo. En las comidas, onces, en un evento particular (procure seguir las sugerencias nutricionales y odontológicas de la Asociación Americana de Salud, de menos de 25 gramos por día de azúcares agregados, lo que equivale a seis cucharadas de azúcar común).

No obligue ni incentive el consumo de azúcares si el niño no lo pide. Aunque no es lo regular, hay niños que no gustan mucho de los azúcares refinados.

“Antes de pensar en limitar el consumo de caramelos en los niños, es importante enseñarle a controlar la ingesta de azúcar. Por ejemplo, puede comerse un cuadro de chocolatina y no toda la chocolatina o una galleta, no todo el paquete de galletas”, comenta Buitrago.