El panorama en materia de salud auditiva no es muy alentador en el mundo y en Colombia: más de 1.000 millones de personas con edades comprendidas entre los 12 y los 35 años corren el riesgo de perder la audición debido a la exposición prolongada y excesiva de música fuerte, además de una mayor dependencia a los aparatos tecnológicos, según la Organización Mundial de la Salud (OMS).
La amenaza también apunta hacia los niños que nacen con algún tipo de pérdida auditiva y es una realidad para cientos de padres de niños, quienes en un país como Colombia, han debido criar a sus hijos con deficiencias de este tipo, con un mayor grado de exigencia por las responsabilidades que implican este tipo de situaciones.
En Colombia se calcula que la población con algún tipo de deficiencia auditiva se acerca a los 7 millones de personas y cerca de 500.000 padecen sordera. Gran parte de la tarea de sacar adelante a estas personas ha estado en manos de profesionales de la salud, las familias y los padres.
Es el caso de Germán Alberto Gómez, ingeniero sanitario y padre de Julián Gómez, un adolescente de 16 años de edad y quien a pesar de padecer una pérdida auditiva en ambos oídos- hipoacusia neurosensorial bilateral profunda- desde los ocho meses de vida, ha logrado cumplir sueños como estudiar música, con todo y la limitación en el sentido de la audición.
“Uno quiere que sus hijos lleguen sin ningún tipo de problema o discapacidad. Esta situación no era normal para la familia de mi esposa y la mía y se nos volvió todo un reto sacar a Julián adelante. Uno pensaba que debía aprender señas para comunicarse con él, pero descubrimos que gracias a la tecnología y los implantes cocleares pudo aprender a hablar y desarrollar su vocabulario. Hoy escucha y habla normalmente”, comenta el padre de Julián, un joven que tiene como una de sus grandes pasiones el hecho de tocar piano.
Lo mismo sucede con David Martán, padre de Yuliam Enriquez, campeón nacional de paranatación y quien a pesar de no ser su padre biológico, ha sido su mentor en el proceso de crecimiento deportivo. Yuliam sufre de perdida auditiva congénita y fue implantado a los ocho años de edad en la Fundación Santa Fe y después de una extensa batalla jurídica con el sistema de salud colombiano.
“Cuando Yuliam no cumplía los diez años, indagamos en el deporte que quería practicar y siempre insistía en que le gustaban las piscinas. Empezó a hacer cursos con muchos avances, a pesar de que había empezado tarde para nadar y logró entrar al equipo de Compensar”, afirma David, quien dice que su unión con Yuliam se dio a través del deporte.
Hoy Yuliam ha tenido medalla de oro en siete ocasiones en los Juegos Paranacionales y desde los 10 años ha participado en torneos distritales, interligas, nacionales e internacionales como los Juegos Sordoolímpicos.
“Los implantes auditivos permiten que músicos, deportistas, artistas o cualquier otro profesional puedan estar a la par de una persona normaoyente”, así lo confirma Jonathan Bareño y audiólogo de MED-EL, empresa austríaca fabricante de soluciones auditivas. Bareño considera que con esta tecnología no hay limitaciones para cumplir sueños y objetivos personales.
La capacidad auditiva es un bien preciado y si no se tratan de manera adecuada las pérdidas, se pueden acarrear consecuencias en la capacidad de las personas para comunicarse, formarse profesionalmente y lograr ingresos laborales.