Parecería que lo mejor para quien sufre una enfermedad cardíaca sería un régimen continuo de descanso y relajación, pero la verdad es que para el corazón y la salud en general es fundamental mantenerse activo.
Los padecimientos cardíacos incluyen una gran variedad de afecciones como la enfermedad de los vasos sanguíneos, de las arterias coronarias, de las válvulas o el músculo cardíaco, así como problemas en el ritmo cardíaco (arritmias), infección del corazón, y defectos cardíacos de nacimiento.
También, es importante tener en cuenta aquellos factores que aumentan el riesgo de desarrollar una enfermedad cardíaca como los antecedentes familiares, el tabaquismo, la mala alimentación, la presión arterial alta, los altos niveles de colesterol en la sangre, la diabetes, la obesidad, el estrés y la mala higiene dental.
No obstante, muchas formas de enfermedad cardíaca pueden prevenirse o tratarse con elecciones de un estilo de vida saludable. Incluso en pacientes con corazones muy dañados que causan insuficiencia cardiaca, el ejercicio es importante para mejorar la calidad de vida; sin embargo, hay que advertir que se lo debe hacer de manera razonable y con cuidado para evitar exacerbar la afección subyacente.
En ese sentido, el Dr. Elijah Behr, cardiólogo de Mayo Clinic Healthcare en Londres, explica por qué y cómo pueden hacer ejercicio sin peligro hasta las personas cuya afección los pone en más riesgo de paro cardíaco.
En primer lugar, hay que considerar la afección cardíaca subyacente para crear el plan de ejercicio. Por ejemplo, “cuando hay arteriopatía coronaria, que significa un taponamiento o una obstrucción de las arterias debido al colesterol, hacer una cantidad excesiva de ejercicio puede provocar dolor del pecho y aumentar los riesgos de la afección subyacente”.
Así pues, el Dr. Behr señala que las personas cuyas afecciones no empeoran con el ejercicio, como quienes tienen problemas del ritmo cardíaco, pueden hacer todo el ejercicio que deseen: “los pacientes pueden hacer ejercicio aeróbico o cardiovascular y, en realidad, eso puede ser muy bueno tanto para su bienestar como para su pronóstico. No obstante, hay que personalizar la intensidad y la duración del ejercicio”.
Por lo general cuando el ejercicio afecta negativamente sobre la enfermedad, lo mejor es evitar deportes de alta intensidad, de resistencia o de competición, y se recomienda que un cardiólogo personalice el método: “en los pacientes que sufren afecciones que los ponen en riesgo de sufrir un paro cardíaco, evitar hacer ejercicio excesivamente intenso o prolongado y deportes competitivos suele ser fundamental para minimizar el riesgo y maximizar las ventajas del ejercicio”, afirma el Dr. Behr.
Además, se recomienda que, si el paciente siente dolor en el pecho, falta de aire, palpitaciones o mareo mientras hace ejercicio, suspenda la actividad de inmediato y busque atención médica.