En el parque principal del centro poblado de San Gabriel, en Viotá, Cundinamarca, se presentó un hecho que es testimonio de reconciliación, trabajo en comunidad y compromiso por la paz.
En este municipio, que en otros años viviera los horrores del conflicto armado, la Secretaría Ejecutiva de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) certificó en un acto público oficial una obra reparadora construida por excombatientes de las Farc-EP, con el involucramiento de víctimas de esta región y otros miembros de la comunidad. Esta obra refleja la resiliencia y la capacidad reconciliadora de las y los habitantes de este municipio cafetero.
Al respecto, el magistrado Camilo Andrés Suárez, presidente de la Sección de Primera Instancia para Casos de Reconocimiento de Verdad y Responsabilidad, resaltó cómo “Viotá fue un escenario de conflicto, de guerra, de dificultades, un escenario que reflejaba muchas de nuestras realidades como colombianos. Pero, en contraposición, hoy Viotá es un escenario de paz, de progreso, de futuro».
El evento reconoció el largo trabajo de acercamiento y diálogo entre la comunidad viotuna, la fuerza pública y las personas en proceso de reincorporación que ahora conviven en el mismo territorio en el que combatían durante el conflicto armado.
Con la firma del Acuerdo Final de Paz, excombatientes de las extintas Farc-EP que antes operaban en esta zona optaron por hacer su proceso de reincorporación en la misma región en la que se enfrentaron a la fuerza pública y sometieron a la población al miedo y la desconfianza. Esta nueva realidad reflejó el reto mayúsculo que significa reconciliar una sociedad fracturada por la violencia.
Sin embargo, pronto se abrieron los caminos para que los habitantes de Viotá encontraran una oportunidad para acercarse a quienes antes consideraban como enemigos. En 2019, la Corporación Dunna, organización que acompaña alternativas innovadoras para la paz en varias zonas del país, inició un diplomado sobre paz y reconciliación en el que se gestaron varios ejercicios restaurativos que propiciaron los primeros escenarios en los que la comunidad se pudo sentar lado a lado con los excombatientes.
Estos encuentros facilitaron el diálogo que permitió derrumbar los prejuicios y la desconfianza. En poco tiempo la comunidad y los excombatientes entendieron que podían trabajar conjuntamente por el bien de su municipio a partir de iniciativa propia. Desde entonces, las personas en proceso de reincorporación avanzan en proyectos productivos de la mano con la comunidad.