La Sala de Definición de Situaciones Jurídicas de la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), en cumplimiento de lo ordenado por la Sección de Apelación, comenzó este martes una audiencia única de aporte a la verdad con el general (r) Jesús Armando Arias Cabrales, sobre los hechos sucedidos durante la retoma del Palacio de Justicia, el 6 y 7 de noviembre de 1985.
La audiencia es de carácter dialógico y en ella participan las víctimas de los hechos ocurridos en el asalto por parte del M-19 y la posterior retoma del Palacio de Justicia por parte de la Fuerza Pública.
Una vez termine la audiencia, este jueves, la Sala de Definición de Situaciones Jurídicas de la JEP evaluará los aportes de verdad entregados por el general (r) Arias Cabrales y determinará si estos son suficientes para mantener su sometimiento y avanzar en el trámite de beneficios transicionales en esta Jurisdicción.
El general (r) Arias Cabrales fue condenado por la justicia ordinaria por el delito de desaparición forzada.
“General Jesús Armando Arias Cabrales, cuentenos, por favor, que hoy va a ser el día del cierre”, dijo una de las víctimas, que recordó que las familias llevan 37 años, dos meses y 12 días cargando su duelo y exigiendo la verdad sobre lo que pasó.
Al comienzo de la diligencia la magistrada Claudia Saldaña le advirtió a Arias que «la JEP le ha dado una oportunidad única y la última de hacer un aporte real a la verdad. Este aporte debe ir más allá de lo que se ha establecido en la justicia ordinaria».
El general indicó que cada grupo tenía su misión y tarea en la retoma y que él no ingresó propiamente al interior de la Casa del Florero. El 6 de noviembre, dijo, se encontró «con el comandante del departamento de Policía en la puerta del museo (Casa del Florero), me informó que allí ya estaba el personal de inteligencia y yo no estuve dentro de la Casa del Florero sino que me fui a la Plaza de Bolívar a esperar la llegada de la unidades a las que se les había ordenado mover sus unidades allí». Añadió que entre el 6 y 7 de noviembre de 1985 solo ingresó dos veces a la casa, pero no al interior sino al primer acceso «para recibir unas llamadas telefónicas» con el comandante del Ejército.