Un positivo balance deja la primera etapa de la Alianza Bajo Cauca Territorio de Vida, proyecto liderado por EPM con el propósito de acompañar a las comunidades para reflexionar sobre las brechas sociopolíticas y ambientales, además de realizar diagnósticos participativos proyectando un objetivo colectivo en el mediano y largo plazo para transformar su territorio.
En esta fase la alianza EPM-PNUD Bajo Cauca Territorio de Vida interactúo con más de 6 mil personas en los municipios de Valdivia, Tarazá, Cáceres, Caucasia y Nechí. Parte del trabajo hecho se centró en fortalecer las capacidades organizativas de las comunidades étnicas, afro e indígena, para contribuir al fortalecimiento de la gobernanza colaborativa, como una actividad en la que el gobierno, la comunidad y los sectores privados se coordinan y trabajan juntos para lograr más y mejores resultados de lo que cualquier sector podría alcanzar de manera aislada.
Estas actividades incluyeron diálogos comunitarios y acciones colectivas para seguir construyendo de manera conjunta y participativa el desarrollo local, para un Bajo Cauca Territorio de Vida.
Ana Milena Joya, gerente Ambiental y Social de EPM, agradeció la apertura de la comunidad en este proceso y agregó: “su apoyo nos permite fortalecer los lazos de confianza con nuestra empresa. Conocer sus costumbres y su cultura nos invita a seguir valorando la ancestralidad y reconocer todo lo que significa el trabajo y el liderazgo de las comunidades indígenas y afro que habitan el Bajo Cauca”.
Por su parte, Dalia Delgado, jefe del proyecto Alianza Bajo Cauca Territorio de Vida por el PNUD, afirmó que este proceso genera valor para el territorio, “el diálogo que nos permite escuchar, pactar y cumplir, permite también que esas diferencias territoriales, étnicas y culturales ayuden a construir en el marco de esa riqueza y esa diversidad de personas, comunidades y territorios”.
Balance del fortalecimiento comunitario e institucional
Durante los 16 meses que duró esta alianza entre EPM-PNUD se implementaron 20 acciones étnicas para la generación de confianza, se trabajó de la mano de 315 jóvenes en una expedición sociocultural por los derechos humanos, objetivos de desarrollo sostenibles (ODS) y en el diseño de un modelo de participación política, en los que se desarrollaron:
5 iniciativas con casa de justicia.
7 iniciativas comunitarias de innovación social.
10 acciones movilizadoras.
1 foro subregional en DDHH.
1 festival indígena Zenú.
1 bazar gastronómico afro.
27 iniciativas comunitarias (15 étnicas, 5 institucionales, 7 campesinas).
1 diplomado en Derecho Disciplinario para servidores públicos del territorio.
Además, se realizaron 12 jornadas descentralizadas de servicios institucionales en zonas rurales dejando como resultado cuatro en Caucasia, tres en Cáceres, tres en Nechí y dos en Tarazá con la participación de 4.900 personas. Estas se realizaron en articulación con casas de justicia, personerías y su asociación ASPEBAC, alcaldías y sus dependencias, Gobernación de Antioquia, Defensoría del Pueblo, Procuraduría delegada para la verificación del Acuerdo de Paz, Registraduría, SENA, ICBF, Unidad de Víctimas, hospitales municipales y la Misión de Verificación de la ONU.
Ritual y cierre comunitario
El cierre de esta primera fase de la Alianza se realizó en el municipio antioqueño de Caucasia y contó con la participación de comunidades, integrantes de las administraciones municipales y del ministerio público como la Defensoría del Pueblo. Un espacio en donde se realizó un ritual de cierre con símbolos como el agua del río Cauca, la sal y la luz como representación del recorrido realizado por EPM-PNUD en el territorio.
Leidy Mena, representante de la organización Afro Nechí, expresó que el resultado es muy positivo para el desarrollo de su comunidad a partir de la oportunidad que EPM y sus aliados les brindaron para reconocerse y reconocer a las demás comunidades de la región: “pudimos resaltar, rescatar y seguir fortaleciendo esos valores ancestrales que tienen nuestras comunidades como son los juegos, la medicina ancestral, la danza y muchas otras raíces que tenemos en común. Fue también la oportunidad para reunirnos por primera vez con otras 14 comunidades porque fortalecimos nuestra organización social fomentando los saberes de la etnia”.
El espacio de cierre de la Alianza incluyó un ritual con símbolos como el agua del río Cauca, la sal y la luz como representación del recorrido realizado por EPM – PNUD en el territorio. en el territorio.