El cáncer de tiroides se presenta de manera frecuente afectando la glándula tiroidea, ubicada en la parte interior del cuello y delante de la laringe. Este órgano es el responsable de controlar la frecuencia cardíaca, la presión arterial, la temperatura del cuerpo y peso.
La incidencia de esta enfermedad en Colombia es alta, puesto que se trata del tercer tipo más frecuente dentro de los tumores malignos que afecta a las mujeres en nuestro país. En el 2020 se presentaron 4.200 casos en mujeres, pero con una mortalidad cercana al 5%.
A pesar de su frecuencia, los síntomas de este tipo de tumores pueden pasar inadvertidos y no ser detectados en una visita regular al médico. Por eso, se recomienda tener en cuenta las señales que posiblemente indiquen un caso de cáncer como bultos en el cuello, dificultad para respirar y tragar, dolor al tragar y ronquera.
“El cáncer de tiroides se manifiesta cuando hay un cambio en el ADN dentro de las células tiroideas, que hace que crezcan sin control y produzcan un bulto o masa en el cuello extendiéndose a otras zonas del cuerpo como el pulmón y los huesos”, explica el Dr. Andrey Moreno Torres, cirujano de cuello y cabeza de la Clínica de Country.
Este cáncer puede desarrollarse en cuatro etapas, desde tumores pequeños que se encuentran en la glándula, hasta casos avanzados donde se genera la metástasis del tumor.
Las causas del cáncer de tiroides son variadas y no se ha podido establecer con exactitud qué genera esta alteración de la glándula tiroidea. No obstante, existen factores que aumentan el riesgo de desarrollarlo como la edad; de hecho, se presenta con mayor frecuencia en mujeres entre los 40 y 59 años y hombres entre los 60 y 70 años. También inciden las condiciones hereditarias, la exposición a radiación durante la niñez, el sobrepeso, y el exceso o la escasez de yodo en la alimentación.
El diagnóstico oportuno: clave para el tratamiento
Actualmente, la ecografía es el método diagnóstico más importante para detectar afecciones en la tiroides, acompañado de una biopsia para determinar si el tumor es maligno. Ciertamente, no existen recomendaciones exactas sobre cómo prevenir este tipo de tumores, pero el consumo moderado de sal
puede ayudar a prevenir enfermedades tiroideas no oncológicas (no cancerosas).
Por su parte, la cirugía sigue siendo el mejor tratamiento para este tipo de cáncer, seguida por otra clase de tratamientos, y en casos muy avanzados, quimioterapia y radioterapia. Incluso, gracias a la innovación médica, ya se utilizan terapias dirigidas a la biología molecular del tumor y la inmunoterapia.
Uno de estos avances médicos es la tiroidectomía axilar, una práctica no invasiva en la cual se extirpa la glándula tiroidea a través de perforaciones en las axilas. Esta técnica permite que la cicatriz no sea visible y que el procedimiento sea menos doloroso en comparación con una cirugía abierta.