
El estadounidense Robert Francis Prevost, elegido como el nuevo papa León XIV, inició su primer mensaje con una sonrisa en el rostro y el saludo emocionado a los miles de fieles que se encontraban en la plaza de San Pedro.
«La paz esté con todos ustedes. Queridos hermanos y hermanas. Este es el primer saludo de Cristo resucitado y buen pastor que ha dado la vida por el rebaño de Dios», inició.
«También quisiera que este saludo de paz, llegue hasta sus corazones, les alcance a sus familias, a todas las personas, donde quieran que se encuentren, a todos los pueblos, a toda la tierra. La paz esté con ustedes».
El pontífice se tomó unos minutos para retomar el discurso. Momentos en los que se le vio emocionado y con lágrimas en los ojos.
«Esta es la paz de Cristo resucitado: una paz desarmada y desarmante, humilde y perseverante, que proviene de Dios, Dios que nos ama a todos incondicionalmente».
El nuevo papa recordó al papa Francisco: «Todavía conservamos en nuestros oídos a esa voz débil, pero siempre valiente, del Papa Francisco, que bendecía a Roma y al mundo entero aquella mañana de Pascua».
«Hoy me piden dar seguimiento a esa bendición. Dios nos ama. El mal no prevalecerá. Todos estamos en manos de Dios. Por tanto, sin miedo, unidos, de la mano con Dios y entre nosotros, sigamos adelante».
«Somos discípulos de Cristo. Cristo va delante de nosotros. El mundo necesita su luz. La humanidad necesita una vía hacia Él, un puente para ser alcanzados por Dios y su amor. Ayudémonos los unos a los otros a construir puentes, a través del diálogo y el encuentro».
«Unámonos todos para ser un solo pueblo, en un único mundo» y agradeció al papa Francisco.
El papa Leon XIV continúo con los agradecimientos: «Agradezco a los hermanos cardenales que me han elegido para ser sucesor de Pedro y caminar con ustedes como una Iglesia unida, buscando siempre la unidad, la paz y la justicia, buscando trabajar como hombres y mujeres fieles a Jesucristo, sin miedo para proclamar el Evangelio y para ser misioneros».
Los aplausos llenaron la plaza de San Pedro, mientras el papa León XIV retomaba su discurso: «Soy hijo de San Agustín, agustino, que ha dicho: ‘Con ustedes soy cristiano, para ustedes soy obispo'».
«Creo que todos podemos caminar juntos hacia la patria que Dios nos ha preparado. A la iglesia de Roma, un saludo especial», se detuvo unos segundos mientras los miles de fieles le aplaudieron.
«Debemos buscar juntos cómo ser una Iglesia misionera, una Iglesia que construye puentes de diálogo, con los brazos abiertos para todos, especialmente hacia quienes necesitan nuestra caridad, nuestra presencia, el diálogo y el amor».
La ovación de los fieles en la plaza San Pedro se hizo más grande cuando el nuevo papa empezó a hablar en español. «Y se me permite enviar un saludo también a todos aquellos que me han pedido que recuerde a Dios en el Perú, donde un pueblo fiel ha acompañado a su obispo, ha compartido su fe y ha entregado tanto por seguir siendo iglesia fiel de Jesucristo».
Luego del saludo, el pontífice retomó su discurso en Latin: «A todos ustedes, hermanos y hermanas de Roma, de Italia y de todo el mundo, queremos ser una iglesia sinodal, una Iglesia que camina, una Iglesia que siempre busca la paz, la caridad, que busca estar cerca de quienes sufren».
Hoy es el día de la súplica al Señor, la Virgen de Pompeya, nuestra Madre María, quiere caminar siempre con nosotros, estar cerca de nosotros, ayudarnos con su intercesión y con su amor».
Por último, finalizó con una oración por la nueva misión, por la iglesia y por la paz del mundo: Dios te salve María, llena eres de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
Para finalizar, el Santo Padre concedió su bendición a todos los fieles: Santos Apóstoles Pedro y Pablo, por su autoridad intercedan por nosotros ante el Señor. Amén. Oramos por los méritos de la Beata María, siempre Virgen, de San Miguel Arcángel y San Juan.