El pasado viernes 1 de septiembre se produjo un nuevo incremento en el precio de los combustibles en Colombia, marcando una tendencia que ha caracterizado todo el año. En esta ocasión, el precio por galón de gasolina se elevó en $400, alcanzando un promedio de $13.964. Hasta el momento, el precio del diésel en el país se había mantenido estable, rondando un promedio de $9.065 por galón.
Sin embargo, esta estabilidad en el costo del diésel no perdurará a largo plazo, ya que el Gobierno colombiano tiene planes para ajustar su precio con el fin de cubrir el déficit fiscal en el Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles (FEPC). El Ministro de Hacienda de Colombia, Ricardo Bonilla, confirmó este futuro aumento en una entrevista con la revista Semana.
Según Bonilla, el aumento del precio del diésel no se abordará en el presente año, ya que primero se centrarán en resolver los ajustes necesarios en el precio de la gasolina. El ministro explicó que no pueden aumentar ambos tipos de combustibles simultáneamente, ya que esto podría desencadenar un aumento significativo en la inflación. Por lo tanto, se enfocarán inicialmente en la gasolina debido a las mayores brechas en el Fondo de Estabilización.
En cuanto a las proyecciones para el aumento del precio del diésel en Colombia, Bonilla mencionó que se espera que alcance aproximadamente los $16.000 por galón, una cifra similar a la que se busca alcanzar en los próximos meses para la gasolina.
Sin embargo, aún no se ha definido cómo se llevará a cabo este ajuste, especialmente considerando que el diésel es un combustible utilizado en el transporte masivo, como el Transmilenio, y en el transporte de carga. Se anticipa que estos cambios entrarán en vigor gradualmente, con un plazo estimado de al menos un año y medio, lo que llevaría al cierre del déficit del Fondo de Estabilización de Precios de Combustibles en 2025. En ese momento, los precios se alinearán con los estándares internacionales.
El Ministro también abordó el tema del impacto en el costo de vida de los ciudadanos debido a estos incrementos en los combustibles. Afirmó que, a pesar de los ajustes mensuales, el impacto real en el costo de vida es relativamente bajo, estimado en tan solo un 1.5%.
Finalmente, Bonilla defendió la impopularidad de estas medidas, argumentando que son necesarias desde una perspectiva fiscal, ya que los recursos destinados al déficit del Fondo de Estabilización de Combustible podrían invertirse en áreas críticas como la atención a la primera infancia, el cuidado de adultos mayores, la educación y la salud.