Laura Sarabia regresa al Gobierno de Petro tras tres meses de haber dejado su posición en circunstancias controvertidas. Antes, ella ocupaba el cargo de jefa de Gabinete del presidente, siendo su confidente más cercana y ejerciendo un poder influyente detrás de escena, superando en ocasiones incluso a algunos ministros.
Sin embargo, fue destituida debido a un supuesto abuso de poder en un complejo caso que involucraba a la niñera de su hijo, quien fue sometida a un detector de mentiras y cuyo teléfono se vio comprometido en relación a la desaparición de un maletín lleno de dinero. Parecía que su carrera política llegaba a su fin, pero Petro no la olvidó en estos meses y la reintegró en el Departamento de Prosperidad Social (DPS), una entidad de rango ministerial encargada de distribuir subsidios sociales, un cargo de alto perfil.
Su nombramiento era prácticamente seguro desde la semana pasada, cuando su abogado emitió un comunicado asegurando que Sarabia no tenía impedimentos legales para ocupar un cargo público. El presidente cree que su error radicó en no considerar el dinero como perdido debido a su falta de experiencia, ya que tiene solo 30 años, pero no cree que haya cometido un delito, aunque se espera una investigación de la Fiscalía.
En el momento de su destitución, Petro la despidió con afecto y lamentó que se viera involucrada en un asunto delicado justo después de dar a luz a su hijo.
En su nuevo puesto como directora del DPS, Sarabia estará a cargo de un presupuesto de 6.750 millones de dólares. Los subsidios a los más necesitados son esenciales en la política de Petro, quien llegó al poder con un fuerte respaldo de los estratos 1 y 2, los más bajos en términos de ingresos. Anteriormente, estos subsidios se canalizaban a través de entidades financieras privadas, pero ahora parte de ellos se gestionan a través del Banco Agrario, lo que causó retrasos y largas filas en el banco debido a la falta de preparación para manejar esta burocracia a gran escala.
Varios ministros salientes la consideraron la estratega principal del Gobierno de Petro, siendo su aprobación esencial para cualquier acción. Incluso se encargaba de asuntos que no estaban dentro de su ámbito oficial, como la comunicación presidencial. Su compromiso era innegable, llegando temprano a la oficina y siendo la última en irse. En un perfil anterior, Sarabia mencionó que a menudo la subestimaban por su juventud y género, teniendo que lidiar con hombres mayores que la trataban con condescendencia.
Poco después de ese perfil, la niñera de su hijo recién nacido, Marelbys Meza, acusó al equipo de seguridad de Sarabia de someterla a un detector de mentiras en un sótano cercano a la Casa de Nariño, convirtiéndola en la principal sospechosa de la desaparición del maletín de dinero en la casa de Sarabia.
El caso atrajo atención, pero la intervención de la Fiscalía lo hizo aún más relevante, revelando que el teléfono de Meza había sido pinchado ilegalmente. Además, se descubrió que Meza había acudido a los medios bajo el aliento de Armando Benedetti, entonces embajador colombiano en Caracas, quien más tarde se suicidó mientras estaba bajo investigación por los pinchazos ilegales.
Días después del escándalo, se filtraron audios en los que Benedetti insultaba a Sarabia y amenazaba con divulgar detalles financieros comprometedores de la campaña de Petro. También insinuaba problemas de consumo de alcohol y cocaína por parte del presidente. Con el tiempo, Benedetti se retractó y publicó un mensaje en Twitter en el que parecía lamentar su conducta impulsiva: “Me dejé llevar por la rabia y el trago”.