El embarazo lleva a muchos cambios que aumentan el trabajo del corazón. Durante el embarazo, el volumen sanguíneo aumenta entre el 30 y el 50 por ciento para nutrir al bebé en desarrollo, el corazón bombea más sangre cada minuto y la frecuencia cardíaca aumenta. Además, durante el trabajo de parto y el parto mismo, ocurren cambios rápidos que afectan al corazón y lo hacen trabajar más. De igual manera, después del parto, el cuerpo necesita varias semanas para recuperar el estado previo al embarazo.
La mayor carga de trabajo durante el embarazo y el parto provocan algunas complicaciones. Sin embargo, muchas mujeres con afecciones cardíacas dan a luz bebés sanos. Si tiene una afección cardíaca, necesitará cuidados especiales durante esta etapa a fin de disminuir el riesgo de que usted y el bebé sufran complicaciones.
Las complicaciones por una enfermedad cardíaca en la madre ocurren en alrededor del 1 al 3 por ciento de todos los embarazos y los riesgos dependen tanto de la naturaleza como de la gravedad de la afección cardíaca.
Antes de que intente concebir un hijo, sería recomendable que programara una cita con un cardiólogo materno que tenga experiencia en el control de enfermedades cardíacas durante el embarazo. Ese especialista será quien trabaje junto con su médico de cabecera el control de su embarazo.
El cardiólogo materno evaluará la afección cardíaca actual, hablará sobre el riesgo específico de su afección para el embarazo y hará recomendaciones respecto a cambios en el tratamiento antes de entrar en estado gestacional.
Algunas afecciones cardíacas deben tratarse antes del embarazo para que este sea de menos riesgo. Esto puede incluir, por ejemplo, una cirugía cardíaca para tratar una afección de las válvulas cardíacas, como la estenosis aórtica. El embarazo representa un riesgo alto para las mujeres con presión alta en la arteria pulmonar, o hipertensión pulmonar, así como en aquellas que tienen reducida la función cardíaca. En esos casos, hay que evitar el embarazo.