Ángel, persona en proceso de reincorporación, vive en una parcela ubicada en una apartada zona del sur de Bolívar, donde no llega señal de internet, haciendo que cursar octavo grado en el modelo ‘Maestro Itinerante’, sea una verdadera ‘travesía’.
“Trabajo 5 días a la semana en el campo, el viernes no trabajo, me pongo a hacer mis tareas y en la tarde, bajo al caserío a una hora de camino, en donde hay Internet para enviar mis tareas a la profesora, la responsabilidad está en uno mismo”, cuenta Ángel sobre su experiencia de estudio.
Y es que este aplicado estudiante del modelo de educación flexible ‘Maestro Itinerante’, impulsado por la alianza entre la Agencia para la Reincorporación y la Normalización (ARN), y la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD), tiene que llegar hasta el corregimiento Alto Cañabraval del municipio de San Pablo para poder conseguir la señal que le da “vida” a su compromiso académico. Además, Ángel una vez al mes, tiene que sortear las intrincadas carreteras rurales, para después de dos horas de camino poderse encontrar con su tutora y recibir una clase presencial.
“He aprendido muchas cosas, por medio del estudio soy una persona diferente, con buenos pensamientos y siendo ejemplo para la sociedad”, valora el excombatiente sobre la oportunidad que tiene de avanzar con el estudio.
Para Andrés Felipe Stapper Segrera, director general de la ARN, el ejemplo de Ángel demuestra “que vale la pena el fortalecimiento de las capacidades y saberes de los excombatientes, quienes logran a través de la educación arraigarse a sus nuevos planes de vida e impulsan la sostenibilidad de sus proyectos productivos, en cumplimiento de la política de ‘Paz con Legalidad’ del presidente Iván Duque”, dijo.
El excombatiente que hoy avanza en el camino de la legalidad, no sólo ha sido un ejemplo por vencer barreras y adelantar su año académico, sino que ha logrado consolidar varios emprendimientos en su parcela que le permiten generar los ingresos para sostener a su familia. Es así, que, por un lado, cuenta con 8 novillas que recibió como proyecto productivo de la ARN y, además, multiplicó sus cultivos y animales, a través de la responsabilidad y el ahorro.
“Tengo un pozo para peces, marranos, cocheritas, pollo purino, cacao, mulitas, gallinas, yuca, ñame, cacao y algunas matas de arroz, con eso tengo para mi familia y para compartir con mis amigos”, relató.
Con una mentalidad férrea dice que su futuro es prometedor, “quiero seguir hacia adelante, no tirar por el suelo lo que he logrado, esta es la mejor vida, la guerra es una vida muy dura, y ahora estoy contento, nadie me persigue, puedo estar con mi esposa y mis hijos, sin hacerle mal a nadie”, agregó.
Ángel complementa su nuevo proyecto de vida, ayudando a la comunidad de Alto Cañabraval, como lo hizo recientemente, contribuyendo a arreglar la escuela del corregimiento, y reitera que la colaboración y el apoyo a quienes habitan cerca es un compromiso para crecer como sociedad.