La economía colombiana pasó del optimismo al pesimismo y del auge a la recesión en 2020. La agenda nacional fue sometida a un cambio extremo. Pasó de diseñar planes de inversión para un país en crecimiento, a la toma de medidas de emergencia para administrar la crisis y la reactivación.
Esa fue la herencia que dejó el primer año de la pandemia, en donde además de 2,25 millones de contagiados y cerca de 60.000 fallecidos, la economía y el desarrollo social fueron los grandes perjudicados.
Y es que el 2020 había iniciado con perspectivas muy favorables, hasta el punto de que los pronósticos hablaban de un crecimiento del Producto Interno Bruto (PIB) superior al 4% el año pasado, pero al final terminó en -6,8%, la mayor caída en los historia reciente del país.
Incluso, enero y febrero del 2020 mostraron crecimientos cercanos al 4%, y el primer trimestre alcanzó a cerrar en positivo (0,7%), pese al impacto generado en la última semana de marzo, cuando inició el aislamiento selectivo ordenado como medida para frenar la expansión de la pandemia.
Con excepción del desempleo, la mayoría de los indicadores de la economía eran positivos al inicio de 2020. Ese era el panorama en PIB, inflación, tasas de interés, inversión, precios de los principales productos de exportación y tendencia de la confianza empresarial, del comercio y los hogares, con lo que Colombia se ubicaba entre las economías más dinámicas de América Latina.
Las empresas venían de reportar utilidades crecientes en 2019, y en muchos casos con récord o cifras que no se veían desde hacía varios años, como sucedió con Ecopetrol, que obtuvo ganancias por $13,3 billones, mientras que en 2020 cayeron a $1,7 billones.
todo se derrumbó
En el segundo trimestre del año pasado el PIB cayó 15,8%, el dato más bajo de la historia del país. Según el Índice de Seguimiento de la Economía, abril registró un alarmante desplome de 20,2% frente al mismo mes del 2019 y una tasa de desempleo de 19,8%, que un mes más adelante (en mayo) subió a 21,4%, y que cerró el 2020 en 15,9% con una destrucción de 2,4 millones de puestos de trabajo.
Las cifras oficiales señalan además que 4,5 millones de personas se quedaron sin empleo durante los meses de cuarentenas estrictas (marzo, abril y mayo), pues solo alrededor del 30% de la actividad productiva estaba autorizada para mantener sus labores, en condiciones de bioseguridad, en tanto que las labores de oficina se trasladaron a los hogares. Las mujeres fueron las más afectadas, pues al cierre del 2020 su tasa de desocupación fue de 20,4%, según el Dane.
El consumo de los hogares se desplomó, pese a que en 2019 y en los primeros dos meses del 2020 fue el rey de la dinámica económica del país. Este fenómeno obedeció al dramático aumento del desempleo.
Según Fedesarrollo, los ingresos dejados de percibir por quienes se quedaron sin trabajo superan los $30 billones. De acuerdo con la firma Raddar, el gasto total solo creció 1,9% en el 2020, aunque en abril registró una caída de 5,15%.
La nueva agenda
Aunque a comienzos del 2020 el Gobierno, los gremios, los empresarios y los analistas tenían la mirada puesta en una agenda que contribuyera a acelerar el crecimiento y el desarrollo social, esta visión optimista duró muy poco.
Desde el 6 de marzo cuando se reportó el primer caso de contagio, se dispararon las alarmas y las prioridades cambiaron intempestivamente para orientarse hacia el manejo de la emergencia generada por la pandemia.
Temas como las reformas tributaria, laboral y pensional fueron engavetados. “Hablar de impuestos en plena pandemia es absurdo”, dijo en su momento el presidente Iván Duque. La agenda nacional se enfocó en la crisis, la resiliencia ciudadana y la implementación de programas de ayuda a las familias vulnerables, e incluso a las empresas.
El Gobierno reforzó los programas sociales existentes como Familias en Acción y Adultos Mayores, al tiempo que creó Ingreso Solidario y el Programa de Apoyo al Empleo Formal, Paef (subsidio a la nómina).
A tono con la emergencia, los empresarios también cambiaron su agenda. Además de los pedidos de ayuda al Gobierno, la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (Andi) presentó un plan de reactivación económica y generación de empleo. Lo mismo hicieron grupos y centros de pensamiento.
El 20 de julio del año pasado, el presidente Iván Duque, lanzó el plan Compromiso por el Futuro de Colombia, una estrategia público-privada para generar un millón de empleos, con inversiones por $110 billones.
El Consejo Nacional de Política Económica y Social (Conpes) aprobó hace 20 días el de denominado Conpes de reactivación por $135 billones, en 552 proyectos, con los cuales se aspira a generar dos millones de puestos de trabajo en los sectores público y privado en los próximos cinco años. Esta estrategia está conectada con el programa de vacunación de 35 millones de personas en el 2021.
Por ahora, el plan de reactivación avanza a menor ritmo de lo esperado. Sin embargo, es evidente que con la reapertura de la actividad productiva la mayoría de los indicadores muestran una recuperación. El PIB mejoró al pasar de -15,8% en el segundo trimestre del 2020 a -3,6% en el cuarto trimestre. Por su parte, la tasa de desempleo disminuyó de 21,4% en mayo a 17,3% en enero del 2021.
Paralelo al plan de reactivación, el Gobierno incluyó en la agenda una estrategia de vacunación que busca inmunizar a 35 millones de ciudadanos este año.
En conclusión, el primer año del covid-19 pasará a la historia por su impacto económico y social, y por el aplazamiento de temas claves como las reformas estructurales, que ya figuraban en el radar y que ahora surgen como prioritarias en la era poscoronavirus.