Los devastadores incendios de Los Ángeles arrastran las consecuencias de una crisis climática sin precedentes, con un nuevo reto para un estado con un clima extremadamente seco y escaso de lluvia: convivir con unos incesantes fuegos difíciles de evitar.
Tres semanas después de que una ola de incendios, ya casi extinta, redujera a cenizas 19.400 hectáreas, el estado ‘Dorado’ debe hacer frente a una titánica reconstrucción que incluye los efectos de convivir expuestos a humo, ceniza y productos altamente peligrosos para la salud desde los inicios de las llamas.
El impacto medioambiental de estos fuegos «comienza con el humo, pero luego se ve exacerbado por el hecho de que el humo contiene las partes incineradas de comunidades enteras y eso incluye todos sus compuestos peligrosos», como químicos, metales y plásticos, explica Travis Longcore, profesor adjunto en el Instituto de Medio Ambiente y Sostenibilidad de la UCLA.
La lluvia, pese a suponer una tregua en el avance de las llamas, no hará más que empeorar la situación en el terreno, teme el experto, ya que cuando llueve «todos esos contaminantes se vierten en el agua y aumenta enormemente el riesgo de desprendimientos de tierra y flujos de escombros, que son, básicamente, muros de lodo que caerán de las zonas quemadas».
En un clima de tipo mediterráneo, como el que presenta el estado de California, el fuego forma parte de su ecología, por lo que el paisaje se quemará con cierta periodicidad ante un escenario de veranos cálidos, la vegetación seca y las pocas lluvias en temporadas invernales. Un estudio de la Universidad de California en
Los Ángeles (UCLA) sostiene que la crisis climática «puede relacionarse con aproximadamente una cuarta parte del déficit extremo de humedad del combustible (vegetación) cuando comenzaron los incendios» en el condado de Los Ángeles.
Los fuegos habrían sido extremos sin el cambio climático, aunque quizás más pequeños y menos intensos. No se trata de ver cómo evitar que se queme sino cómo reconstruir y desarrollar donde va a haber fuego. Deben medirse los códigos de seguridad contra incendios modernos en zonas muy pobladas.