El alza de 9,54 por ciento que tendrá el salario mínimo en el 2025 pondría en apuros no solo al sector productivo del país, dado el encarecimiento de sus nóminas, sino también a las autoridades económicas que tendrán que lidiar con el incremento de precios de bienes y servicios y su inminente impacto en la inflación; la dificultad para reducir el actual nivel de desempleo (9,1 por ciento) y la informalidad (56 por ciento), así como para abaratar aún más el costo del dinero, clave en el actual proceso de reactivación económica.
Tan pronto como el presidente Gustavo Petro reveló lo que sería el salario mínimo que devengará un segmento importante de la población trabajadora formal del país (1’623.500 pesos incluidos los 200.000 pesos del subsidio de transporte), gremios de la producción, académicos y analistas, entre otros, mostraron su preocupación por los efectos que dicho ajuste tendrá sobre la dinámica de la economía y sus variables más importantes.
La razón: muy pocos esperaban que se diera un incremento tan alto (más de 4 puntos porcentuales respecto a la inflación proyectada de 5,2 por ciento).
Cálculos de Analdex, gremio de los exportadores colombianos, indican que el incremento alcanza el 11 por ciento si se tiene en cuenta que el subsidio de transporte se elevó 23 por ciento, lo cual es muy preocupante, según lo señaló Javier Díaz, presidente del gremio.
Antes de conocerse la cifra del incremento salarial, un grupo de 11 analistas económicos estimó que la inflación para el año que está por comenzar estaría en un rango de entre 3,1 y 4,5 por ciento anual.
“Con el incremento del salario mínimo de 9,54 por ciento (4,4 por ciento real) y el desmesurado incremento en el auxilio de transporte (18 por ciento real) podemos esperar un 2025 con mayor inflación, altas tasas de interés por más tiempo y un deterioro en el mercado laboral”, escribió la también ex alta consejera para el Sector Privado y Competitividad del gobierno de Juan Manuel Santos.
Fabio Arias, presidente de la Central Unitaria de Trabajadores de Colombia (CUT), se pronunció en la misma línea que el Presidente, al valorar dicho aumento como un paso clave para cerrar la brecha salarial. “Es una forma de ir reduciendo la grave brecha salarial que los gobiernos neoliberales nos dejaron. Nos parece un buen resultado, un buen incremento”, dijo.
“Este ajuste no solo significa un alivio en el costo de vida, sino también un mensaje claro de que la dignidad laboral merece ser protegida y fortalecida”, agregó la representante María Fernanda Carrascal.
El incremento salarial hará que se tengan que ajustar en similar proporción las cuotas moderadoras de las EPS, los seguros médicos y los aportes pensionales. También los cobros asociados al seguro obligatorio de accidentes de tránsito (Soat), los servicios del ICA, las tarifas de algunas multas de tránsito y los derechos notariales.
Desde el Observatorio Fiscal y el Observatorio Laboral de la Universidad Javeriana advierten que el aumento del salario mínimo solo les aplicará a 17 por ciento de los trabajadores de Colombia, mientras que el 83 por ciento restante estará viviendo entre la informalidad, la precariedad y aumentos menores.
Explican que dicha alza solo le aplica al 14 por ciento que gana exactamente el mínimo, a menos del 1 por ciento que devenga más de 10 salarios mínimos y tienen salario integral, a los empleados públicos (más de 500.000) que no negociarán un incremento menor, a los congresistas y altos funcionarios del Estado.
“El 2025 no va a ser un año de ganancias en la formalización. Probablemente será un año en el que aumente el desempleo y la no participación. Se mantendrá la tendencia vista entre 2013 y 2023, años en los que los salarios promedio de los formales e informales caerán relativo al salario mínimo pues el crecimiento económico de los salarios y de Colombia no podrá subir igual que el mínimo del decreto”, puntualizaron.
Jaime Alberto Cabal, presidente de Fenalco, dijo que el alza del mínimo “es un contrasentido porque los trabajadores celebran que van a tener mayores ingresos, pero no piensan que van a tener también mayores costos”.
Además, lo calificó como un ‘tiro en el pie’, en la medida que le complicará el panorama fiscal al Gobierno, pues se encarecen los gastos de la nómina estatal, al tiempo que obliga a ser mucho más cauteloso al Banco de la República frente al recorte de su tasa de interés.
Los pequeños y medianos empresarios, que representan más del 95 por ciento de la fuerza productiva del país, advirtieron también sobre los riesgos que se ciernen sobre el sector con un incremento salarial que es considerado como el más alto del siglo, según el centro de estudios económicos Fedesarrollo.
“Es una cifra bastante preocupante para los pequeños y medianos empresarios del país porque desborda todos los presupuestos que teníamos en materia de ese incremento, pues todos teníamos un máximo de 7 por ciento”, señaló Rodolfo Correa, presidente de Acopi, quien agregó que con ello no hay duda de que se incrementarán los costos de producción, lo que les impedirá ampliar sus nóminas el próximo año, mientras que esos costos nuevos se tendrán que trasladar a los bienes y servicios.
Luis Fernando Mejía, director del centro de estudios económicos Fedesarrollo, explicó a través de su cuenta de X que al descontar el dato de la inflación esperado (5,15 por ciento para 2024), dicho incremento real “es similar al de 2022, el cual generó efectos negativos en el mercado laboral y los precios, al aumentar la inflación durante ese año y el siguiente”.