Prometieron un espectáculo «único», un desafío «imposible» hecho realidad, un Sena convertido en escenario de la historia de Francia: el éxito de la ceremonia de inauguración de París-2024 a pesar de la lluvia es también la apuesta triunfante de Emmanuel Macron.
El sabotaje masivo contra la red ferroviaria francesa el viernes, horas antes de la apertura del evento, demuestra que los riesgos de seguridad alrededor de los Juegos Olímpicos no se han disipado del todo.
Pero el presidente francés, en una situación difícil en el plano político, puede otorgarse el crédito de haber creído siempre en este escenario y esperar que esto exalte el «orgullo francés» que ha propugnado este 2024.
«Gracias a todos quienes creyeron en ello. ¡Hablaremos de esto en 100 años! ¡Lo conseguimos!», celebró Macron en su cuenta de X, donde elogió una «ceremonia grandiosa» y un «momento único y mágico».
«La ceremonia de apertura es realmente el momento en el que nada puede salir mal. Es una apuesta exitosa», estima el especialista en comunicación Philippe Moreau Chevrolet. «También ha salido muy bien su operación de comunicación para el país y para él mismo: es un momento de comunión de la nación y de reagrupamiento alrededor de los Juegos como no ha habido muchos en siete años de poder», agrega.
Tanto Macron como su entorno han recordado insistentemente en los últimos días la implicación personal del presidente en la preparación de los Juegos y del gran espectáculo de inauguración.
El mandatario prometió a principios de semana una ceremonia «absolutamente única», por «primera vez» fuera del estadio. «Les puedo asegurar que desde el principio, eso parecía completamente loco y no muy serio», agregó.
Pero en el diario francés Le Parisien, se jactó de «no haber dudado nunca». «Cada vez que nos decían ‘no es posible’, desde el primer día, yo hacía que eso fuera posible luchando contra el derrotismo», aseguró.
Su entorno recuerda también que la ceremonia sobre el río «suscitó mucha atención y preocupación» de parte de los responsables de seguridad. Meses antes, el mismo presidente tuvo que reconocer públicamente que había «planes B y C» previstos en caso de amenaza terrorista.
El espectáculo preparado en total secreto no escapó de la controversia, como cuando se filtró la posible participación de la cantante de origen maliense Aya Nakamura, la artista francófona más escuchada del mundo, que no gustó a la extrema derecha.
Los rumores se confirmaron y Nakamura fue una de las estrellas de la noche, actuando frente a la Academia Francesa y acompañada por la Guardia Republicana. «Es difícil de apreciar las pocas escenas logradas entre María-Antonietas decapitadas, el trío que se besa, las drag queens, la humillación de la Guardia Republicana obligada a bailar con Aya Nakamura, la fealdad general de los vestidos y las coreografías», protestó la eurodiputada de extrema derecha, Marion Maréchal.
Pero a nivel global, a pesar de algunas críticas llegadas del mismo campo ideológico, las escenas recorriendo la historia de Francia, la actuación en francés de Lady Gaga y el regreso de Céline Dion pese a su enfermedad desde la Torre Eiffel fueron bien recibidos.
«Macron lo necesita a nivel de imagen, a nivel político y a nivel personal, porque desde la disolución de la Asamblea Nacional, es un momento extremadamente difícil para él, casi ha desaparecido, está constantemente a la defensiva», analiza Philippe Moreau Chevrolet. «Esto puede darle un poco de impulso, un poco de lustre, puede llevar un poco de serenidad en un momento en que el humor del país es muy negativo», afirma.
Después de un duro varapalo en las elecciones al Parlamento Europeo, ganadas por la extrema derecha, Macron disolvió la Asamblea y convocó elecciones legislativas que han terminado reforzando a la ultraderecha y a la izquierda y han crispado la política francesa.
La comunicadora Emilie Zapalski también habla de un «momento alegre» que los franceses «necesitaban». Pero para ella, la alegría no durará para Macron porque el ambiente es de «fin de reinado con un presidente solitario y aislado (…) como si viviera en un mundo paralelo».
Aunque la quincena olímpica sea un éxito, «la preocupación de los franceses no son los juegos, es tener el sentimiento de que su vida mejora», coincide Mathieu Gallard, director de investigación del instituto de sondeos Ipsos, que prevé una mejora de la popularidad de Macron «ligera y efímera».
Por ello ha querido decretar una «tregua olímpica y política» para aplazar el nombramiento de un primer ministro y encontrarse con este rompecabezas una vez pasada la efervescencia de los Juegos.