Los datos siempre han sido el insumo para la medicina basada en evidencia y la innovación en la industria de la salud. El hecho de que se trate de salud hace que la información sea más sensible y que lleve las discusiones sobre el uso masivo de datos a un ritmo más lento en comparación con otras industrias. La pandemia puso en evidencia la necesidad de utilizar mejor los datos para la toma de decisiones en el sector. Algunos ejemplos son la integración de los registros de vacunación en las aplicaciones y los indicadores de transmisión, mortalidad y vacunación por Estado, trayendo insumos para decisiones de salud pública basadas en datos.
Algunos de los beneficios de usar datos para mejorar el ecosistema de salud están relacionados con la transparencia de los indicadores de precios, la calidad de la atención, la experiencia del paciente y los resultados. La interoperabilidad, un término cada vez más importante en esta discusión, consiste en la capacidad de los datos para transitar entre sistemas y entidades en la cadena de valor, en estándares que todos puedan entender. El resultado es la posibilidad de que los usuarios lleven su historial clínico donde quiera que se brinde su atención, para mejorar la experiencia, garantizar la continuidad del tratamiento y la atención y reducir la necesidad de realizar exámenes duplicados, incluso si el paciente transita entre diferentes empresas del sistema de salud.
Considerando que actualmente el sistema de salud es remunerado por volumen de trámites, en lugar de valor, es fundamental que, para la sustentabilidad del sector salud, preparemos las bases para nuevos modelos de remuneración. Solo con datos que puedan ser interoperables y transparentes es posible evaluar quién brinda el mejor servicio, desde el punto de vista de la calidad y el costo, y realizar una remuneración adecuada, premiando a quienes muestran los mejores resultados al paciente. Esta es una discusión compleja que lleva muchos años afectando el status quo del sector, pero que se ha vuelto cada vez más madura.
El tema del open health está siendo ampliamente discutido en los medios de comunicación, con diferentes visiones del futuro, pero su significado y alcance aún no están claros. Las comparaciones con el open finance son válidas, pero simplistas, porque hay complejidad en el sistema de salud y datos que deben tenerse en cuenta. La Ley de Protección de Datos Personales (LOPD), ya es una iniciativa estructurante para el inicio de las discusiones, pues aborda los temas de la sensibilidad de los datos y trae reglas claras para garantizar la seguridad ciudadana.
La protección de datos es fundamental, tanto como superar la limitación que implica tener un sistema de salud con canales de comunicación y acceso a la información fragmentados, por lo cual la transformación digital y el fortalecimiento de la recopilación, organización y uso de datos, el desarrollo e implementación del uso de tecnologías, es clave para mejorar la atención y tener sistema de salud moderno y resiliente.
La pandemia sin lugar a dudas forzó a que la implementación del uso de la tecnología se hiciera a una mayor velocidad, por ejemplo el Instituto Nacional de Salud, avanzó en analítica de datos para crear modelos matemáticos que le ayudaran a proyectar los efectos de la pandemia en el país. El ministerio de salud del momento desarrolló la hoja de ruta del sector, la Unidad analítica de datos en salud, el fortalecimiento de Minsalud Digital, el portal de contratos en salud, la integración de sistemas de información, el sistema transaccional, fueron algunos de los proyectos de fortalecimiento tecnológico.
El tema está sobre la mesa, muchos países asiáticos, europeos y norteamericanos están discutiendo el uso de datos de salud de forma estructurada, con el objetivo de brindar mayor acceso, mejores resultados y reducción de costos. Estas discusiones son benchmarking para América Latina, y tienen la característica de sumar puntos de vista de las más diversas entidades de la cadena: pacientes, organismos públicos, sector privado y otros. Dicho esto, vale la pena mencionar que hay muchos temas de seguridad de la información y factores éticos en el uso de inteligencia de datos, por ejemplo, que necesitan ser discutidos ampliamente, para que podamos mitigar posibles errores en el uso de datos en salud.
Como dijo una vez el escritor y futurista William Gibson, “el futuro ya está aquí, solo que no está distribuido uniformemente”. El futuro ya pasa en algunas empresas privadas. Los grandes grupos sanitarios que están trabajando en la integración de datos “intramuros” invierten recursos en proyectos de transformación digital, construyendo sus propios lagos de datos y algoritmos de inteligencia artificial. Para el consumidor final, el deseo es que las soluciones de salud tengan las mismas características que se encuentran en otros sectores: mayor competencia, una experiencia digital más fluida e inteligente y menores costos.
La posibilidad de que los datos de los pacientes se encuentren en un gran sistema y se interoperabilicen entre EPS, IPS, Medicinas prepagadas, pólizas de salud y datos oficiales traería una visión de 360 grados, mejoraría la fluidez de la atención, la posibilidad de analizar los resultados, la eficiencia en la atención y el tratamiento de los pacientes. En definitiva el futuro del uso de datos en el cuidado de la salud ya ha comenzado, tendrá que implementarse y evolucionar rápidamente por lo que podemos esperar discusiones crecientes sobre el tema, hasta que comprendamos que la interoperabilidad es la base de la salud digital.