
El Estado reconoció su responsabilidad por las violaciones de DD.HH. que cometió en el caso de los periodistas Julio Daniel Chaparro y Jorge Torres, del diario El Espectador, asesinados el 24 de abril de 1991 por la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) en el municipio de Segovia.
Los familiares de Chaparro y Torres y el Estado llegaron a un acuerdo de solución amistosa que firmaron este miércoles ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), informó la Fundación para la Libertad de Prensa (FLIP).
«Con la firma de este acuerdo, el Estado colombiano reconoce su responsabilidad por las violaciones de derechos humanos cometidas en este caso.
Asimismo, se compromete públicamente a realizar un seguimiento periódico al proceso penal, establecer mecanismos de indemnización a las víctimas y adoptar una directiva de obligatorio cumplimiento para las y los fiscales del país», agregó la Fundación.
El esclarecimiento de este crimen ha avanzado poco por «la falta de investigación» y la decisiones contradictorias tomadas por la justicia, una de las cuales fue que la Fiscalía detuvo a dos responsables del asesinato que salieron de prisión «al poco tiempo» porque «otro fiscal consideró que las pruebas en su contra estaban viciadas».
«En 2011, la Fiscalía retomó la primera versión y concluyó, casi 20 años después de los hechos, que Chaparro y Torres no fueron asesinados por ser periodistas y menos por ser del diario El Espectador», precisó la FLIP.
La Fundación señaló que ante esta situación, los familiares acudieron ese año, con apoyo de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), a «instancias internacionales en busca de avances de justicia».
Luego, en 2018, la Fiscalía declaró el asesinato de los periodistas como crimen de guerra y acusó a los principales líderes del ELN por el delito de homicidio agravado, un caso que aún permanece en un juzgado a la espera de un fallo de primera instancia.
Los periodistas se habían desplazado el 24 de abril de 1991 a Segovia, en el departamento de Antioquia, para investigar una masacre paramilitar que había ocurrido allí tres años antes y en la que más de cuarenta personas fueron asesinadas.
Sin embargo, una vez llegaron allá, los periodistas fueron asesinados por la guerrilla. «¿Cuáles fueron las consecuencias de ese doble homicidio en Segovia? ¿Cómo medir la anchura de ese silencio? ¿Cómo suena su eco en ese gran cañón que nos dejó su ausencia?», expresó Daniel Chaparro, hijo de uno de los periodistas, en declaraciones recogidas por la FLIP.
Diana Torres, hija del otro reportero, aseguró que su padre «nunca necesitó una palabra para transmitir su arte, su sensibilidad». «Fueron millones de capturas, disparos uno a uno y ráfagas, esas que sí deben existir, y de fotografías que hicieron parte de su labor y de su vida cotidiana y familiar (…) En nuestra familia, Jorge Enrique Torres Navas también creó nuestra realidad con su luz. Fue y seguirá siendo el eje de nuestro hogar, nuestro lugar seguro», agregó la hija del reportero.