En la cordillera donde nacen las fuentes de agua que surten a Cali, la minería ilegal devastó hectáreas de selva y contaminó el suelo con mercurio para extraer oro y ahora las autoridades intentan restablecer el equilibrio en la naturaleza. Por eso, cuando los guardabosques dicen que la minería ilegal es “el cáncer de la montaña” no mienten.
“Aunque se creería que la montaña es impenetrable, este oficio ilegal, que lleva más de 50 años, buscó la forma de abrirse paso a lomo de mula y hasta llegaron a crear ciudadelas donde el oro era la ley”, expresó uno de los guardianes de los Farallones.
El hombre afirmó que todo comenzó cuando un alemán vio el potencial aurífero de la zona. Con los años, la situación se salió de control. Para frenar esa devastación, este año se hizo una alianza entre diferentes estamentos que empezó a dar resultados.
La destrucción se cuenta por hectáreas deforestadas y contaminadas. Según el subsecretario de Seguridad de Cali, Álvaro Pretelt, solo en 2023 los mineros obtuvieron ganancias de hasta 159.000 millones de pesos y vertieron más de una tonelada de mercurio.
“No podíamos esperar. Esta operación conjunta nos ha permitido cerrar 11 minas y 27 socavones logrando que nuestra naturaleza esté a salvo”, dijo.
Según las autoridades, que emitieron 27 órdenes de captura contra los jefes de esta actividad, más de mil personas trabajaban en condiciones casi inhumanas en las minas.
El capitán Andrés Portilla dijo que en las minas la ley la imponían los ilegales, “todo se compraba con gramos de oro, desde un bombón o una libra de arroz hasta los servicios sexuales de mujeres”.