El primer ministro británico, el laborista Keir Starmer, prometió este lunes condenas «rápidas» después de la reunión de crisis por los disturbios de activistas de extrema derecha del fin de semana tras el asesinato de tres menores. Las autoridades han llevado a cabo 378 detenciones, según el NPCC, organismo que reúne a los jefes de los distintos cuerpos policiales de todo el país, desde que a finales de julio comenzaran las protestas.
Se prevé que esta cifra aumente a medida que los investigadores sigan identificando y deteniendo a los alborotadores, advirtió el presidente de NPCC, Gavin Stephens. El primer ministro prometió que el gobierno «reforzará la justicia penal» para garantizar sanciones «rápidas» en un momento en que el país está conmocionado por las imágenes de los ataques a albergues de solicitantes de asilo y mezquitas, saqueos de comercios y enfrentamientos con la policía.
La ola de violencia estalló tras un ataque con cuchillo que se cobró la vida de tres niñas hace una semana durante una fiesta temática de la cantante estadounidense Taylor Swift en Southport, en el noroeste de Inglaterra, que después se extendió durante todo el país. Los disturbios fueron atizados por rumores falsos y especulaciones en internet sobre la identidad del sospechoso y algunas versiones difundidas por «influencers» de ultraderecha indicaron que el autor fue un demandante de asilo musulmán. La policía informó que el sospechoso es un joven de 17 años nacido en Gales, pero los medios británicos reportaron que sus padres son ruandeses.
Aunque no tan violentos como los disturbios del fin de semana, la noche del lunes estuvo salpicada de incidentes. En Plymouth (suroeste), Sky News emitió imágenes en directo de un tenso enfrentamiento entre ultraderechistas y contra manifestantes, separados por agentes de policía a ambos lados de una carretera. La cadena también indicó que uno de sus vehículos fue atacado por un hombre armado con un cuchillo en Birmingham, donde una multitud de hombres musulmanes se había reunido diciendo que estaban «preparados» para defender la calle tras rumores de una concentración de extrema derecha. – «Matones de ultraderecha» – Tras adoptar una postura dura en los últimos días contra quienes calificó de «matones de ultraderecha», Starmer convocó al gabinete de crisis en su residencia Downing Street, en Londres. El dirigente anunció que se creará un contingente permanente de policías formados para ser desplegados en caso de nuevos disturbios.
«Mi objetivo es garantizar que pongamos fin a estos desórdenes», declaró. La violencia supone un gran reto para Starmer –un abogado de derechos humanos y exresponsable de la fiscalía británica elegido hace sólo un mes en la aplastante victoria de los laboristas sobre los conservadores. Desde el ataque con cuchillo en Southport se multiplicaron los disturbios y los enfrentamientos entre la policía, los manifestantes y, en ocasiones, los contramanifestantes antirracistas en numerosas ciudades británicas, desde Liverpool en el noroeste hasta Bristol en el suroeste, pasando por Leeds y Sunderland, en Inglaterra, o Belfast en Irlanda del Norte.
El domingo, estas concentraciones, bajo el lema «Ya es demasiado» en referencia a la llegada al Reino Unido de migrantes que cruzan el Canal de la Mancha en barcas neumáticas, desembocaron en ataques contra dos hoteles que albergaban a solicitantes de asilo. En Rotherham, en el norte de Inglaterra, varios centenares de personas se concentraron, rompieron ventanas, provocaron incendios y lanzaron proyectiles contra los agentes de policía, mientras otros gritaban consignas como «Expúlsenlos».
En Tamworth, cerca de Birmingham, en el centro del país, la policía dijo que un grupo de personas atacaron un hotel, donde «lanzaron proyectiles, rompieron ventanas, prendieron fuego y atacaron a la policía», agregó. El Reino Unido no vivía una ola violencia de este tipo desde 2011, tras la muerte de un joven mestizo, Mark Duggan, a manos de la policía en el norte de Londres.
La policía ha responsabilizado en particular a la English Defense League, un grupo de ultraderecha creado hace 15 años, cuyas acciones contra la inmigración se han visto a menudo marcadas por exabruptos. En términos más generales, algunos comentaristas y responsables políticos creen que el auge de la retórica antiinmigración entre los políticos británicos ha legitimado a los manifestantes.