Los dos golpes que Israel ha propinado en las últimas horas a la alta jerarquía de los grupos islamistas
Hamás y Hezbolá con sendos ataques en Teherán y Beirut, arrastran a Oriente Medio al borde del abismo de una escalada bélica regional y abren múltiples escenarios en paralelo a la actual guerra en la Franja de Gaza. Con pocas horas de diferencia, Israel mató ayer en un bombardeo en los suburbios de Beirut al comandante en jefe del ala militar de Hezbolá, Fuad Shukr, mano derecha del líder de ese grupo chií libanés, Hasán Nasrallah; y al presidente del buró político de la organización palestina Hamás, Ismail Haniyeh, que estaba de visita en Teherán.
El Ejército israelí sí admitió haber matado a Shukr, a quien responsabiliza del «asesinato de miles de israelíes a lo largo de los años», incluido los doce niños drusos en un ataque el pasado sábado contra los Altos del Golán ocupados; pero aún guarda silencio sobre el asesinato selectivo de Haniyeh, que nadie duda en atribuir a Israel, que no suele confirmar ni desmentir sus ataques en Irán. «Estos asesinatos selectivos demuestran que Gaza ya no es el asunto principal. Israel está ahora en un conflicto con siete frentes. Hezbolá e Irán son las principales fuerzas», afirmó el general israelí retirado, Amos Yadlin, quien dirigió la inteligencia militar.
Los siete frentes a los que se refiere, todos ellos con satélites de Irán, son: la Franja de Gaza y Cisjordania con Hamás y la Yihad Islámica; Líbano con Hezbolá los hutíes de Yemen; la Resistencia Islámica en Irak; las milicias proiraníes de Siria, y el propio Irán. «No buscamos la guerra, pero estamos preparados para todos los escenarios», avisó hoy mismo el ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, de visita a una unidad de Arrow, el sistema de defensa aéreo de largo alcance, una pieza fundamental para la protección de Israel en una eventual guerra regional con esas amenazas.
Fuego cruzado con Hezbolá
Hezbolá comenzó sus ataques contra Israel el 8 de octubre de 2023, al día siguiente de la guerra en Gaza «en solidaridad con los hermanos palestinos», lo que ha derivado en el mayor intercambio de fuego desde 2006 en la frontera entre Israel y Líbano con más de 570 muertos -la mayoría de lado libanés y en las filas de los chiíes-; y los hutíes de Yemen se sumaron en noviembre, con el lanzamiento de misiles desde el otro lado del mar Rojo. Hace dos semanas, un misil balístico de los hutíes llegó a Tel Aviv y causó la muerte de un civil israelí, a lo que la aviación israelí respondió al día siguiente con un bombardeo sobre el puerto yemení de Hodeida, controlado por los rebeldes y clave en la transferencia de armas desde Irán. «No fue solo un ataque a los hutíes, sino un mensaje a toda la región, de que sabe perfectamente quién está detrás de esta arquitectura bélica, que es Teherán», explica Yadlin.
Según el experto, la capacidad disuasoria de Israel «falló estrepitosamente» el 7 de octubre, cuando más de 3.000 combatientes de Hamás se infiltraron en su territorio y mataron a unas 1.200 personas y secuestraron a 250, lo que desencadenó la actual guerra en la Franja, en la que han muerto más de 39.400 palestinos. «Está recomponiendo su disuasión y obligando a recalcular su estrategia a los adversarios», asegura Yadlin, gracias a recientes éxitos como el ataque a Hodeida; el dirigido al jefe militar de Hamás, Mohamed Deif, el 13 de julo en Nuseirat (centro de la Franja) -cuya muerte no se ha confirmado, pero de la que Israel asegura tener «cada vez más indicios»-, y en las últimas horas, los «asesinatos selectivos» de Haniyeh y Shukr.
Yadlin opina que tanto Hezbolá como Irán responderán, pero «están estudiando un modus operandi que sea lo suficientemente fuerte para lanzar un mensaje, pero que no desemboque en una guerra que no interesa a nadie». Así ocurrió en abril: Irán lanzó un único ataque contra Israel con 300 drones y misiles el día 14, -la mayoría interceptados-, en respuesta al bombardeo israelí dos semanas antes contra su embajada en Damasco, en el que murieron 16 personas, incluidos 7 miembros de la Guardia Revolucionaria iraní. «Si Irán no provocó una guerra abierta entonces, no lo va a hacer ahora por los palestinos», asevera Yadlin sobre el asesinato de Haniyeh en suelo iraní, aunque sí ve posible que se produzcan ataques contra objetivos israelíes en terceros países. Otra opción que baraja es que Irán de un paso atrás y la escalada se libre solo mediante Hezbolá, que controla el principal frente terrestre del «eje de la resistencia» fronterizo con Israel.
«La inestabilidad en la frontera norte es insostenible. Solo puede frenarse con una guerra abierta o con la implementación de la resolución 1701 para que Hezbolá repliegue al norte del río Litani, a lo que lo chiíes se niegan», concuerda Anan Wahabi, excoronel del Ejército israelí y profesor de la Universidad de Haifa.