En medio de la pandemia de COVID-19, que ha generado entre muchas
otras dificultades una disminución importante en la cantidad de trasplantes de órganos, médicos del Instituto Cardiovascular de la Fundación Cardiovascular de Colombia (FCV), en Santander, implantaron un corazón artificial en una mujer con falla cardíaca.
Ana María Cardona Barbosa, la primera paciente en someterse a este proceso en Colombia en época de pandemia, sufría de una enfermedad que dilataba su corazón y le impedía bombear sangre con suficiente fuerza
a todo su cuerpo.
Durante más de 10 años, Ana María ha sido tratada por especialistas de la FCV. Con tratamientos lograron estabilizar su corazón y mantenerlo relativamente bien durante este tiempo. Sin embargo, hace un par de meses
su condición se agravó con una arritmia (cambio brusco de la frecuencia cardíaca o latidos) que le provocó múltiples hospitalizaciones.
“He llevado una vida normal, he estudiado, he viajado por el mundo, hago ejercicio, pero cuando me descompensé de la falla cardíaca realmente no podía caminar ni media cuadra porque el cuerpo no me daba. Me ahogaba, se me iban las luces”, recuerda.
Ante la situación, cuenta Luis Eduardo Echeverría Correa, jefe de la Clínica de Falla Cardíaca y Trasplante Cardíaco Adulto FCV, se analizaron diferentes alternativas, el equipo recurrió a marcapasos especiales y otros
medicamentos pero la falta de respuesta los llevó a decidir que era una paciente para trasplante cardíaco.
Durante tres o cuatro semanas se trató de hallar el corazón que se adaptara a su cuerpo, pero la situación de pandemia lo hizo imposible.
Al comparar las cifras de donación y trasplantes de órganos de este año con las del 2019, se evidencia una reducción alarmante.
Según el Instituto Nacional de Salud (INS), mientras que en el primer semestre de 2020 se registraron 109 donantes, en 2019 fueron 207, es decir, un 47 % menos. Igual ocurrió con el número de trasplantes que pasó de 614, en el mismo periodo de 2019, a 385 en el 2020 (reducción del 37,3 %).
“Al ver esta realidad, que pensamos perdurará en el tiempo, concluimos que la mejor alternativa era un dispositivo de asistencia ventricular (VAD) o corazón artificial, un equipo que va implantado en el cuerpo del paciente y reemplaza totalmente la función del ventrículo izquierdo del corazón, el encargado de bombear la sangre para prácticamente todo el cuerpo, excepto los pulmones”, explica Antonio Figueredo Moreno, Jefe de Cirugía Cardiovascular de la FCV.
El dispositivo, conocido técnicamente como HeartMate III, es implantado puntualmente al interior del pericardio (una especie de saco que rodea al corazón) y es conectado a través de un tubo a la aorta, la arteria más
importante del organismo. De acuerdo con Leonardo Salazar Rojas, director del Programa Ecmo y Corazón Artificial FCV, el HeartMate III “tiene un funcionamiento similar al de la turbina de un avión, al contar con un
rotor en forma de hélice circular que levita magnéticamente por unos imanes y es capaz de bombear hasta 10 litros de sangre por minuto”.
Para garantizar y monitorear la operación del dispositivo, este cuenta con un cable que sale del abdomen del paciente para conectarse a un controlador externo. Todo el sistema tiene dos vías de alimentación: una
extensión para conectarse directamente a una fuente de energía eléctrica o baterías portátiles con 12 horas de carga.
“Se requiere entrenamiento para que los pacientes se adapten y conozcan por ejemplo cada cuánto cambiar las baterías o cómo evitar que el dispositivo se moje, una de las pocas restricciones existentes. Realmente esta es una alternativa que funciona bastante bien y que ayuda a las personas a retornar relativamente rápido a su vida normal”, afirma Echeverría Correa.
En ese sentido coincide Ana María, quien aún hoy se sorprende por el cambio que tuvo su vida en tan poco tiempo. “Tres meses atrás, antes de la cirugía, estaba en UCI con muchas dificultades. Ver todo lo que puedo
hacer ahora es sorprendente y me motiva a continuar con mis proyectos, entre los que está mi deseo de aprovechar mi formación como psicóloga para acompañar a pacientes y familias que enfrentan enfermedades
difíciles y no saben cómo enfrentar la situación”.
Hace poco más de seis años, para ser específicos el 7 de abril de 2014, el equipo médico de la FCV implantó el primer corazón artificial en Suramérica. La paciente, que al momento de la cirugía tenía 51 años, hoy se encuentra estable y saludable.
Hoy ya son 24 personas, entre adultos y niños, a las que se les ha cambiado la vida en la FCV con este dispositivo, que tiene una vida útil aproximadamente de 30 años.